SIGNIFICADO Y CELEBRACIÓN DEL SOLSTICIO DE INVIERNO
Estamos en el hemisferio Sur, por lo tanto entre el 19 y el 24 de junio tenemos la noche más larga del año y el día más corto, debido a que el sol se encuentra en el punto mas lejano de nuestro hemisferio,debido a la inclinación y rotación de la tierra. A esto se le llama Solsticio y es una fecha que marca cambios tanto a nivel físico en el planeta como energético. Esta es la fecha del verdadero año nuevo orientado por los ritmos de la naturaleza.
El Solsticio de Invierno ha sido celebrado por distintas culturas ancestrales en todo el planeta.
En el momento de máxima oscuridad del año solar, se honraba al Sol y su renacimiento, se celebraba su retorno marcando el inicio de un nuevo ciclo, guiado por la cantidad de luz solar que recibimos, que empieza a aumentar en este momento del año hasta llegar su máxima plenitud en el solsticio de verano cerca del 21 de diciembre para nuestro hemisferio.
Los pueblos originarios del cono sur y varias de culturas ancestrales a nivel mundial honraban esta fecha y realizaban celebraciones y rituales que hasta el día de hoy se recuerdan y celebran.
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Pueblo Mapuche
Celebra el We Tripantu, una fiesta de alegría, es una verdadera fiesta con la naturaleza. En mapudungún significa nueva salida del sol y la luna.
En su cosmovisión los mapuches observaron los ciclos de la naturaleza y crearon su propio calendario, basado en 13 lunas y cuatro estaciones del año. Pensaban que en este nuevo periodo la tierra comienza a limpiarse con el agua que envía Ngenechén (Dios) a través del Ngen-ko (‘el espíritu del agua’), lo que provocaba un nuevo ciclo, que implicaba el término el ciclo anterior de preparación del suelo, siembras, cosechas y la naturaleza debe limpiar y preparar la tierra para otro periodo y así sucesivamente.
Todos debían participar, ya que los adultos, los niños y toda la diversidad de los seres vivos eran beneficiados del Sol, que es el padre que aporta, a través de su energía masculina (opuesta y complementaria a la Tierra femenina), para que se produzcan alimentos para todos los seres vivos, no sólo a los humanos.
Es una fiesta de agradecimiento por la vida que se renueva. Se dialoga con el Sol, porque creen que el Sol está vivo, porque están contentos de que vuelva y con él sienten que los humanos vuelven a crecer.
En la concepción del tiempo de los mapuches lo antiguo se renueva siempre, esto es distinto a la que se cree en Occidente, donde lo antiguo queda atrás y sólo se puede recordar.
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Pueblos Andinos
En el imperio Inca, para el Solsticio de Invierno se celebraba la fiesta del Inti Raymi o Fiesta del Sol. “Fue la fiesta más importante en tiempo de los Incas. Se celebraba con ocasión del solsticio de invierno -el año nuevo solar- para un pueblo cuyo principal objeto de culto era el dios Inti (el Sol). La importancia religiosa, festiva ceremonial, social y política era tal, que la fiesta se extendió en todo el Tahuantisuyo (el imperio prehispánico de los incas)”.
Después de la conquista española, la ceremonia fue suprimida por la Iglesia Católica. Hasta mediados del siglo XX cuando un grupo de intelectuales y artistas cusqueños recuperaron el Inti Raymi.
En esta ceremonia la noche de la víspera del Solsticio de Invierno se apagaban los fuegos en toda la extensión del enorme imperio inca, el Tahuantisuyo, y en el Cusco en la gran plaza Huacaypata (hoy Plaza de Armas) se concentraban todos los más brillantes personajes del imperio.
Entre las sombras, la multitud esperaba la aparición del dios Inti (el Sol) con gran respeto. Generales, príncipes, y toda la nobleza esperaban en profundo silencio; muchos de ellos disfrazados de fieras y otros animales de la mitología andina.
Al aparecer el Sol, expresaban su reconocimiento de tenerle y adorarle por sumo, solo y universal dios, que con su luz y su virtud creaba y sustentaba todas las cosas de la tierra, agradeciéndole por las cosechas recibidas en el año.
El Inca, con la ayuda de los Sacerdotes “inducían” al dios Inti (Sol) justamente cuando llegaba al punto máximo de su lejanía y comenzaba su aproximación al Cusco, a volver con el favor de sus rayos, para fecundar la tierra y para procurar el bienestar de los hijos del gran imperio del Tahuantisuyo. El fuego sagrado era renovado con un brazalete cóncavo de oro que se ponía contra la luz solar, cuyos reflejos se proyectaban sobre un trozo de algodón muy carmenado, el que se incendiaba en breve espacio. La lumbre sagrada era llevada al Coricancha, donde sería conservada por las Acllas. Al final de la ceremonia todos se retiraban y estallaban en algarabía desenfrenada que duraba varios días.
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Celtas, germanos y escandinavos
Llamaban Yule a esta fiesta que tradicionalmente se celebra para convocar el retorno de la luz y de la esperanza al mundo oscuro, tiene muchas similitudes con las tradiciones navideñas que el cristianismo tomó como propias.
Era costumbre adornar las casas con hiedra, por dentro y por fuera, y poner guirnaldas de acebo y muérdago, para protegerse de visitas no deseadas. Los colores empleados para los adornos eran el color rojo, símbolo del nacimiento (por su asociación con la sangre del parto), y el verde, símbolo de la tierra, ya que se consideraba que, al empezar los días a ser más largos, era entonces cuando verdaderamente empezaba a resurgir la vida en la tierra.
Otra costumbre heredada de los pueblos celtas es la del árbol de navidad, que en su origen era un tronco de árbol que se quemaba la noche del solsticio, para festejar el renacimiento del sol y para atraer la prosperidad. Esta costumbre se remonta incluso a Egipto, en el 5000 a.c. donde en estas fechas se festejaba el nacimiento de Horus, su Rey sol el cual era representado como un niño de cabellos dorados en un pesebre con un disco solar en sobre el y a los antiguos sumerios que festejaban el nacimiento del dios Mitra). Cuando los celtas adoptaron esta costumbre, hacia el 1100 a.c., recogían un leño antes del solsticio y lo guardaban hasta que, unos días antes de la festividad, lo adornaban con piñas de conífera, acebo, hiedra y otras plantas siempre verdes. Después de varios días adornado y colocado en un lugar de honor del hogar, para que todos los miembros de la familia pudieran tocarlo y dejarle golosinas y regalos, el leño se prendía al ponerse el sol la noche del solsticio (normalmente era la madre quien prendía el fuego) y se quemaba lentamente. Sus cenizas se guardaban con veneración, ya que se decía que podían curar enfermedades, y se solía guardar algún resto carbonizado para encender el fuego del leño del año siguiente.
Aspectos Energéticos
El Solsticio de Invierno es un momento de gran poder energético, por esto hace miles de años se celebra y se realizan diversos rituales de limpieza, de gratitud a través de ofrendas y de peticiones y rogativas hacia el sol como divinidad representativa de la fuente original creadora de vida. Los masones, conocedores del esoterismo reconocen la presencia de un portal energético dimensional que se abre en esta fecha en ambos hemisferios, siendo en el hemisferio norte el portal de los dioses y el sur el portal de los humanos, donde hombre y mujer pueden conectar con la energía
Es el momento en que “la energía femenina creadora está en su máxima expresión, como es propio del elemento tierra. La oscuridad tiene el máximo triunfo en esta noche, pero a partir de ahora tiene que ceder hacia la luz. Tiempo de máxima introversión y bienvenida a la luz de nuevo. El nacimiento del Sol es el renacimiento de la vida y del amor, y de la tierra que se renueva en un ciclo continuo»
Rituales para hacer en el Solsticio de Invierno.
- Es un momento propicio para ocupar alguna técnica de limpieza que conozcamos, como sugerencia puedes hacer:
- Baños con hierbas de limpieza y sal de mar. Hierbas de limpieza como Romero, cascara de limón, cedrón. Permanecer en baño de inmersión por un máximo de 20 minutos.
- Limpieza con humitos: Prender palo santo y/o encender un carboncito y agregar cáscara de ajo, romero seco, ruda seca, copal. Limpiar el hogar incluyendo rincones, limpiar el cuerpo especialmente mover el humito hacia la frente, el corazón, el útero y vagina en la mujer, zona genital en los hombres.
- Ejercicios de limpieza del campo áurico: Hay varios ejercicios, uno de ellos es visualizar un gran sol dorado sobre ti, desde él deja caer una lluvia de luz dorada que limpia tu cuerpo y tu aura.
- Encender una vela que simbolice la presencia del sol y su luz, colocarla en lugar importante en tu hogar o al centro de tu altar si lo tienes. Si tienes el espacio adecuado y seguro, puedes encender una fogata en la noche.
- Realizar una lista escrita de todas aquellas situaciones que queremos alejar de nuestra vida, quemarla en el fuego y luego devolver las cenizas a la tierra agradeciendo el aprendizaje que estas experiencias nos han traído en nuestras vidas
- Hacer una lista de los propósitos, metas y deseos para este nuevo ciclo, tenerla en un lugar accesible para leerla frecuentemente y visualizar como vamos concretando nuestras metas apoyadas por la energía solar que va aumentando.
- Hacer una lista escrita o mental de todas las personas que amamos y son importantes en nuestras vidas y pensar que necesitan y que nos gustaría obsequiarles, y regalarles ya sea una llamada, un saludo, un mensaje, un abrazo, o un obsequio. Antiguamente el solsticio de invierno que en el hemisferio norte ocurre el 21 de diciembre era la fecha en que se entregaban obsequios a los seres queridos, y de ahí derivan las celebraciones de la navidad que hoy conocemos, que tuvo sus orígenes en esta celebración.
- Celebrar, danzar, practicar ejercicios que nos ayuden a acumular energía solar en nuestros cuerpos, ya que la naturaleza nos llama a guardar energías a prepararnos en estos momentos más oscuros para sembrar nuestros propósitos basados en lo mejor de nuestro período anterior, así como se seleccionan las semillas de las mejores frutas y verduras para una nueva siembra, así podemos quedarnos con lo mejor de nosotras para hacerlo crecer en este nuevo ciclo.
El solsticio es momento de tomar fuerzas para evolucionar, manifestar y crear en nuestras vidas, conectar con nuestra sombra y con nuestras raíces para que sean fuertes y así nuestros frutos en la vida también lo serán. Momento de celebrar nuestra luz y nuestra oscuridad.
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